Por Rigoberto Macías Peraza
La música occidental ha tenido una evolución peculiar a través de la historia. Ninguna otra tradición musical consiguió el grado de desarrollo de la música europea. El hecho se explica por una sencilla pero determinante circunstancia: en Europa se construyó un sistema complejo de notación musical. Fue gracias al desarrollo de un sistema de escritura musical que la música se pudo conservar casi intacta al pasar de una generación a otra. De esta manera los compositores pudieron desarrollar nuevas ideas estéticas a partir de la música escrita de su pasado inmediato. Pero la característica más importante de la notación musical consistió en que fue posible componer música polifónica porque el sistema de escritura permitía medir el tiempo con exactitud y establecer las entradas de cada una de las voces o instrumentos de una obra. Fue así que la música occidental se convirtió en la única que desarrolló una tradición polifónica de gran complejidad.
La notación musical no fue un invento que se haya confeccionado de un día para otro, ni fue una sola persona quien tuvo esta interesante idea. La historia del desarrollo de este sistema de notación es fascinante y nos revela el desarrollo mismo de la tradición musical occidental. Para entender cómo sucedió este “milagro” tenemos que recorrer brevemente varios siglos de nuestra historia, e incluso remontarnos a los antiguos griegos. Generalmente se dice que el surgimiento de la notación musical fue entre los siglos VIII y IX. No obstante, hay varios hechos que demuestran que en la Grecia Antigua existió un sistema de notación musical. Siempre hemos admirado la filosofía y la teoría musical que los griegos desarrollaron a partir de las postulados pitagóricos y los conceptos que unos siglos después Aristoxeno, en sus Elementos armónicos y sus Elementos rítmicos (ca. 330 a.C.), le llevaría a determinar cuestiones relacionadas con el ritmo, los intervalos y las escalas musicales.
Otro teórico griego, Arístides Quintiliano (ca. siglo I d.C.), en su tratado Sobre la música, notifica un sistema de escritura de las notas musicales utilizando el alfabeto griego. Algunos vestigios arqueológicos de la época corroboran la utilización del alfabeto para representar las notas musicales. El vestigio más importante es el Epitafio de Seikilos, una piedra de mármol del siglo I d.C. que proviene de la región de Éfeso, en la actual Turquía (ver Figura 1). Este Epitafio contiene lo que parece ser un sistema de notación musical, ya que encima del texto hay letras del alfabeto que parecen representar notas musicales y algunas líneas y puntos que parecen indicar la duración de cada nota. Este sistema de notación musical representaría la altura y la duración del sonido, lo que hace posible tener una visión muy aproximada de la sonoridad de esa música tan antigua. Pero, si existió un sistema de notación musical en la Antigua Grecia, ¿por qué no existen más vestigios de este sistema en otros documentos o tratados teóricos?, ¿por qué no han sobrevivido hasta hoy “partituras” musicales de esa época? La respuesta parece ser obvia. La música de los antiguos griegos se basaba en estructuras sonoras y rítmicas preestablecidas, por lo que cada vez que un intérprete tocaba su instrumento lo hacía improvisando sobre esas estructuras dadas. En un sistema musical de este tipo no hace falta escribir la música para transmitirla de generación a generación. A partir de este hecho se cree que la notación musical solo estaba reservada para ciertas personas como los teóricos de la música o intelectuales, y por lo tanto, los músicos comunes la desconocían. En conclusión, podemos decir que la notación musical de la Antigua Grecia solo existió para fines especulativos y teóricos, no prácticos.
El sistema de notación musical griego se perdió al pasar a la Edad Media. Es un misterio saber cómo se transmitían las melodías del canto cristiano (conocido como canto gregoriano) sin un sistema de escritura. Los cantantes de aquella época tenían que dominar cientos de melodías, entre las cuales había cantos que solamente se interpretaban una vez por año. ¿Es que acaso los cantantes medievales tenían una memoria privilegiada? La buena memoria de los cantantes no parece ser una buena respuesta a este enigma. Más bien se cree que al igual que los músicos de la Antigua Grecia, los cantantes medievales aprendían fórmulas de apertura, cierre y ornamento melódicos que iban improvisando y combinando según el carácter de la celebración religiosa. Con el paso de los siglos, las melodías de los cantos cristianos se fueron diversificando de tal manera que se cantaban cosas muy distintas de ciudad a ciudad.
Es probable que los primeros sistemas de notación musical de la Edad Media hayan surgido entre los siglos VIII y IX como consecuencia del intento de la Iglesia de Roma de estandarizar los cantos eclesiásticos, de tal manera que en todos los templos cristianos se cantaran las mismas melodías. Al principio se entrenaron a cantantes con buena memoria para que después viajaran a lo largo y ancho de Europa a transmitir con exactitud cada una de las melodías aprobadas por las autoridades religiosas. Pero al paso de algún tiempo se percataron que ese método no funcionaba como se quería, ya que la memoria humana no es perfecta. Fue así como quizá surgieron los primeros signos que se escribieron encima de los textos para indicar la dirección de la melodía. Esos signos se llamaron neumas, y eran solamente una ayuda para la memoria del cantor, quien debía conocer previamente la melodía para poder entender dichos signos. La única información que proporcionaban los neumas era el número de notas que debía interpretarse por cada sílaba del texto y la dirección relativa de la melodía. Decimos “relativa” porque no indicaban la altura exacta de los intervalos musicales que debían cantarse, solamente decían si la melodía tenía que subir o bajar. A este tipo de notación primitiva se le conoce como notación neumática o adiastemática (ver Figura 2).
Poco tiempo después surgió un adelanto de gran relevancia para la evolución de la notación musical. Este adelanto consistió en ubicar cada neuma a distinta altura para indicar el intervalo exacto y la dirección melódica. A este sistema de escritura se le conoce como notación diastemática. Pronto se comenzaron a utilizar una o dos líneas horizontales que indicaban notas concretas, siendo este el antecedente inmediato de lo que siglos después sería el pentagrama. Con la invención de las líneas fue posible escribir con exactitud la altura de cada una de las notas musicales. Desde entonces las melodías no volverían a ser olvidadas ni cambiadas por ningún cantante.
Una vez solucionado el tema de la representación de la altura del sonido de forma escrita, solamente faltaba encontrar una manera de representar la duración del sonido para que el sistema de notación musical estuviera más completo. Sin embargo, el camino para encontrar un sistema efectivo de representación de la duración del sonido fue mucho más largo, fue un trayecto de varios siglos de perfeccionamiento. Al parecer todo comenzó cuando los músicos al servicio de la Iglesia se vieron en la necesidad de embellecer el canto mediante añadidos a las melodías tradicionales cristianas. Una de las formas de embellecerlas era mediante la producción de sonoridades nuevas. Fue así que se comenzó a experimentar con un género nuevo que se llamó organum. Este género consistía en superponer dos o más melodías que se interpretaban a cierta distancia interválica, generalmente a la cuarta, quinta y octava. Estas sonoridades dieron paso de manera paulatina al surgimiento de la polifonía.
En las primeras obras polifónicas de las que tenemos noticia no había mucha independencia rítmica entre las voces, ya que casi todas ellas marchaban con el mismo ritmo simultáneamente, es lo que se llama “nota contra nota”. Pero en el siglo XII surgió un nuevo estilo de organum que era mucho más atrevido rítmicamente, nos referimos al organum melismático. En este tipo de organum se pone una voz grave que hace notas largas y una voz superior que interpreta muchas notas casi como si se tratara de una improvisación (ver Figura 3). El resultado es una nota tenida en la voz inferior contra muchas notas en la voz superior. Aunque ambas voces no están medidas rítmicamente, la posición de las notas en la partitura permite distinguir el momento en que cada una de las voces deben coincidir unas con otras. A este estilo de música, así como su escritura, se les llama “polifonía aquitana” por ser originaria del sur de Francia.
A finales del siglo XII, en la Escuela de Notre Dame de París, entra en escena un nuevo tipo de notación musical que cambiaría definitivamente el curso de la historia de la música. Por primera vez se inventa un sistema de notación que indica con exactitud la duración de las notas. El sistema es innovador pero aún está muy limitado porque solamente se pueden reproducir los siguientes seis modos rítmicos (se escribe su correspondencia en notación moderna):
Los seis modos rítmicos de la Escuela de Notre Dame se basaban en dos notas, la nota larga que se llamaba longa, y la nota corta que se le conocía como breve. De esta manera, los modos rítmicos fueron el resultado de combinar todas las posibilidades de longas y breves. A pesar de las limitaciones, estos patrones rítmicos abrieron infinidad de posibilidades polifónicas como nunca antes se había visto en la historia de la música. Ahora era posible componer e interpretar música con hasta cuatro voces independientes y simultáneas. La sonoridad de la música conocida hasta ese momento cambió para siempre.
A medida que se fue haciendo más compleja la música del siglo XIII se hizo necesario ampliar el sistema de escritura rítmica. Fue así que surgió la notación franconiana, conocida con este nombre porque el teórico Franco de Colonia (ca. 1215-1270), en su tratado Arte de la música mensurable, explicó cómo funcionaba todo este nuevo sistema de escritura musical. En este sistema se asignaron valores individuales para medir diferentes tiempos de duración. Para ello se establecieron las siguientes cuatro figuras musicales:
El valor más largo lo tenía la dúplex longa y el valor más corto la semibreve. No obstante, también era posible realizar subdivisiones binarias y ternarias. Ello quiere decir, que por ejemplo, la breve se podía subdividir en dos o tres semibreves. Con estos avances rítmicos la música se fue independizando de la rigidez de los seis modos rítmicos. No pasaría mucho tiempo hasta antes de que se ampliara el sistema de notación franconiano. Con la entrada del Ars Nova en el siglo XIV se ampliaron de nuevo las posibilidades rítmicas con un nuevo principio: la longa, la breve y la semibreve pueden dividirse cada una de ellas en dos o tres notas del valor consecutivo. Se le puso nombre a cada tipo de división:
- Modo: división de la longa.
- Tiempo: división de la breve.
- Prolación: división de la semibreve.
Además, se inventaron dos nuevas figuras rítmicas, ambas más pequeñas que el valor de una semibreve:
También se establecieron los primeros indicadores de compás:
Al pasar a los siglos XV y XVI, en pleno Renacimiento, se siguieron usando muchos elementos de la notación del Ars Nova. Sin embargo, proliferó la costumbre de no rellenar las notas, configurándose así lo que se conoció en esa época como “notación blanca”. Desaparecieron también las notas de mayor valor como la dúplex longa, la longa y la breve. La nota de mayor valor en uso fue la semibreve, que con el tiempo se convirtió en la redonda actual.
Fue hasta el siglo XVII, a inicios del Barroco, cuando se comenzó a indicar la división de las partituras por medio de las barras de compases, dando paso así a una nueva visión de la métrica musical. También se inventó un método de simplificación armónica, el “bajo cifrado”. Con este sistema no era necesario escribir las voces intermedias de una obra, solamente bastaba con la voz aguda y la voz grave. Por medio de un sistema de cifras numéricas añadidas a la voz grave, el instrumentista (generalmente un instrumento de teclado) improvisaba las voces intermedias de la obra (ver Figura 6).
Durante el siglo XVIII y XIX hubo pocos cambios con respecto a la notación del Barroco musical. Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII comenzaron a surgir nuevos elementos escritos para determinar diferentes tipos de expresión en la partitura. Esto se debe a que en el Clasicismo y Romanticismo se desarrolló una nueva estética de la sensibilidad musical y fue necesario inventarse nuevos signos y vocabulario específico para indicar esas nuevas sensibilidades: crescendo, diminuendo, forte, mezzoforte, piano, entre otros, para una dinámica de transición o gradual; affettuoso, agitato, amabile, apassionato, arioso, brillante, con brio, cantábile, dolce, entre otros muchos, para indicar la expresión o carácter de determinados pasajes de una obra; largo, adagio, andante, allegro, vivace, presto, entre otros, para indicar la velocidad de interpretación.
La música actual se sigue escribiendo de la misma manera que hace 200 años. Como pudimos observar, aunque desde la Antigua Grecia existió un sistema de notación musical, éste se perdió al pasar a la Edad Media. Fue durante los siglos VIII y IX cuando comenzó la verdadera tradición de la notación musical que hoy utilizamos. Desarrollar un sistema efectivo de escritura musical llevó casi 900 años, pues fue justamente la escritura musical del siglo XVII la que nos ha llegado casi sin ninguna variante hasta nuestros días.
Gonzalo Mijail Lorenz dice
excelente buen aporte..
Sole Alberini dice
Excelente artículo, pero como compositora debo decir que con el uso de las técnicas extendidas y de la computación, no es cierto que seguimos escribiendo como hace 200 años atrás, quién quiere escribir así, lo seguirá haciendo pero, los compositores vamos inventando, creando y recreando nuevas notaciones en base a nuestras necesidades y a las de los instrumentistas.
Gracias, excelente artículo
ArtsMúsica dice
Hola Sole Alberini, muchas gracias por tu comentario y aportación, tienes toda la razón en decir que los compositores siguen buscando nuevas formas de representar gráficamente aquello que es sonoro. En este sentido, la innovación es fundamental. Sin embargo, en el artículo, al decir que seguimos escribiendo igual que hace 200 años, nos referimos más bien a la notación musical tradicional. Gracias de nuevo por tu aportación. Saludos.
Gabriela dice
Excelente aporte!! Un recorrido por los distintas etapas de la música!! Y su variabilidad!! Me encantó la época del Romanticismo,donde no sólo deberían encontrar nuevos signos,si no también un vocabulario,específico!! Como por ej:affectuosso.
Cómo crear y leer partituras dice
¡pedazo de artículo!
He descubierto muchas curiosidades, me ha gustado mucho.
Personalmente estoy utilizando un software gratuito para la notación musical, se llama MuseScore, es sencillo y muy bueno.
Juan Carlos Parra Bernal dice
Interesante artículo. Gracias por compartir esta fascinante historia de la notación musical. No obstante, echo de menos el origen de uno de los elementos más maravillosos e ingeniosos de la notación musical: la clave.
RODRIGO IVÁN HOYOS BOLÍVAR dice
Excelente aporte
Gracias
Paloma Montero Negro dice
Bien, bien. ¿ME OIS? ¿ME OIS? Vamos a ver, desde un punto de vista del género, la historia de la música es una historia segregada de machismo pues las notas menos valiosas y cortas son las negras, en cambio como vivimos en una sociedad heteropatriarcal y heteronormativa las blancas valen el doble. Es decir, la notación musical es una metáfora de la sociedad en las que las mujeres blancas son al menos el doble de valiosas que las negras. Me gustaría contactar con el autor de esta web para dar un taller de figuras musicales inclusivas.
... dice
que tiene que ver la musica con su» heteropatriarcal y heteronormativa»
Jessica dice
Cómo se nota que además de ignorante y cerebro lavado no tenés nada que hacer en la vida. Ponete a estudiar por lo menos y si sos tan «inclusiva» inventá algo que mejore la humanidad en algún aspecto y trágate las críticas.
Víctor dice
Piénsalo bien, es al contrario. Que las negras tuvieran mayor duración significaría que trabajan más que las blancas. Una representación de la esclavitud de la raza negra, del dominio del blanco sobre el negro. En ese sentido, el «ministerio de igualdad» del Ars Nova fue un pionero. Además, con la llegada del Renacimiento ya fueran a por todas des de el ministerio e inventaron la «notación blanca» (para que los negros no «tuvieran que trabajar» -metafóricamente- y no se ofendieran por la escritura.
viva victor dice
ole ole i ole que soi de cebilla sogon ostià
pepe dice
Con todo el respeto del mundo, eso que acabas de argumentar de que vivimos en una sociedad heteropatriarcal y heteronormativa las blancas valen el doble. Es decir, la notación musical es una metáfora de la sociedad en las que las mujeres blancas son al menos el doble de valiosas que las negras.
TODO ESTO ES UNA TONTERÍA Y UN PUÑADO DE SANDECES.
en esa epoca, nadie se iba a fijar en esa tontería y lo hicieron asi por que queda mas claro.
y lo de las figuras musicales inclusivas me parece una tontería aún mas grande.
saludos señorita
Isa dice
Esta muy bien gracias por todo
Adiosssss.
Isa dice
Esta muy bien gracias
vic dice
hola! y Guido D’arezzo?
Sensoriocomún dice
Es lógico que la nota negra valga la mitad que la blanca. Los colores, cuanto más oscuros, menor sensación de extensión ofrecen: «el negro adelgaza y lo blanco expande».
Muy buen artículo. Gracias
Sebastián dice
Muy lindo artículo, confieso que me he reído mucho con los comentarios. Creo que faltó nombrar a Guido, pero muy bien! Saludos
viva victor dice
Yo creo que Paloma Montero Negro es una persona que no save que hacer en su tiempo libre i critica el esfuerzo de otras persona, inventando algo inexistente porcierto la pelea muy buena me e reido bastante, la verdad que victor tremendo discurso mas emotibo y encima lo e escrito en medio de la clase de musica
viva victor dice
porcierto por las faltas tranqui que tengo 2 años de mentalidad activa
viva victor dice
por cierto por las faltas tranqui que tengo 2 años de mentalidad activa
viva victor dice
victor tremenda perdida de tiempo responder a Paloma Montero Negro responder a estas personas me mInA LA MoRAl