Aprender a tocar el piano es un desafío apasionante pero exigente. Frente a nosotros se abren 88 teclas, blancas y negras, y solo contamos con diez dedos para dominarlas. Esto significa que, tarde o temprano, tendremos que enfrentarnos a la necesidad de mover nuestras manos con rapidez, saltando de una posición a otra sin perder el pulso ni cometer errores. La buena noticia es que existen recursos técnicos que nos permiten facilitar este proceso. Uno de los más eficaces es la llamada técnica de anticipación y preparación.
Esta técnica consiste en algo tan sencillo como adelantarse al movimiento que viene. En lugar de esperar a que llegue el momento de tocar una nueva nota o acorde, lo que hacemos es colocar la mano y los dedos en la posición correcta con antelación. De esta forma, reducimos la distancia real del salto y evitamos la tensión que genera llegar “a última hora”. El resultado es una interpretación más precisa, fluida y segura, especialmente en pasajes rápidos o con saltos amplios.
Un ejemplo claro lo encontramos en la pieza Experience de Ludovico Einaudi. A primera vista parece sencilla, pero la mano izquierda exige desplazamientos importantes. Si preparamos el dedo 5 en la siguiente nota mientras aún estamos tocando la anterior, el salto se convierte en un movimiento natural y sin sobresaltos. Lo mismo ocurre en Bella Ciao, donde debemos saltar una octava completa con el mismo dedo: apoyarnos en el pedal y anticipar la nueva posición garantiza que lleguemos a tiempo y sin equivocarnos. En Carros de fuego, en cambio, es la mano derecha la que se enfrenta a saltos de octavas y acordes. Aquí la preparación vuelve a ser decisiva para que cada ataque suene limpio y al tempo.
Ahora bien, la anticipación y preparación no se dominan de la noche a la mañana. Es fundamental comenzar practicando muy despacio, casi con la sensación de exagerar el movimiento. Primero preparamos, luego tocamos; después volvemos a preparar y otra vez tocamos. Con el tiempo, este mecanismo se vuelve automático, y entonces podemos acelerar hasta alcanzar la velocidad que la pieza requiera sin perder estabilidad ni cometer errores.
Incorporar esta técnica a tu estudio diario puede marcar un antes y un después en tu forma de tocar. No solo ganarás agilidad, sino también confianza: la seguridad de saber que tus manos siempre estarán en el lugar correcto antes de pulsar cada nota. Con paciencia y constancia, la anticipación y preparación te ayudarán a convertir tus dedos en auténticos aliados de la música, permitiéndote disfrutar del piano con mayor libertad y expresividad.
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